Me enamoré mil veces de tu mirada,
a veces de yunga y otras de cordillera.
Con humedad tropical o frío de nevada,
aturdido con todo lo que en ella leyera.
Amé el cristal y los destellos de tu alma
que huían de vos mientras cambiaban
tus ojos, como variaba también mi calma.
Y admiré cada matíz que tomaban.
Me perdí en tu boca, bendita mi suerte,
inundáme de gustos: a cítricos o a cereza
y tuvo también, dulce sabor a muerte.
Pero sólo de la felicidad queda la certeza.
Alternan los labios pero en mí queda grabado
el recuerdo con aroma de limones y azahar
o el sabor de frutas finas y orgullo helado.
Y el fuego se enciende cada vez más al besar.
Me deshice en tu cuerpo, siempre diferente,
con roces amargos y también de caramelo,
a veces apartado e incontables más urgentes.
Abrigado o simplemente cubierto de cielo.
Recorrí los muchos caminos de tu vientre,
con desenfreno o caricias de terciopelo.
Apreciando el tiempo que se nos dio entre
que empezó un amor y otro tomó vuelo.
Matías Humarán
No hay comentarios.:
Publicar un comentario